Engaños "Homericos"
Normalmente copio y pego artículos o post livianos y de lectura corta, pero este me ha llamado la atención por lo interesante del tema y el tratamiento dado por Alejandro Polanco, al cual agradezco el post en cuestión.
Comúnmente, sobre todo en Internet, suele utilizarse el término inglés FAKE para referirse a historias o presuntas noticias que, siendo completamente ficticias, intentan parecer reales. Personalmente, prefiero llamar a esos montajes con una palabra que me parece más apropiada, a fin de cuentas nos expresamos en español… ¿no? BULO, tal y como lo define el Diccionario Usual de la Real Academia de la Lengua Española es, sencillamente:
"Noticia falsa propalada con algún fin."
Nótese que tal palabra me parece de lo más adecuado para los casos que brevemente citaré. Primero porque son “noticias”, esto es, supuestos hechos o historias reales y, segundo, por la presencia de un fin concreto que lleva a crearlos. Esto último, el fin que impulsa a desarrollarlos, es lo más atractivo de todo porque hay para todos los gustos y, en su mayoría, no se logra dar con el mismo, aunque muchas veces, más que un motivo, existe una excusa: el exceso de tiempo libre o el aburrimiento que invade la mente de algunas personas. ¿Cómo narices sacarán el tiempo necesario para montar algunos ciertos bulos minuciosa y exquisitamente preparados? Hay algunos ejemplos que debieran formar parte de una galería de arte y, de hecho, uno en concreto llegó a los museos. Me referiré a continuación a mis tres bulos favoritos más o menos recientes, dentro de lo que podría acotarse como el ámbito de la ciencia o la tecnología vistas desde la mirada popular.
El primer caso es toda una obra maestra que, como mérito, tiene algo que sobresale por encima de todos. ¡Se creó y se publicitó directamente como bulo! Lo sobresaliente de la cuestión está en que, incluso así, hubo quien se lo creyó, incluyendo diversos medios de comunicación de esos que llaman “serios”. Se trata de la historia del cosmonauta que nunca existió, un memorable montaje plagado de fotografías trucadas, objetos de coleccionista, documentos “oficiales” de autoridades de la URSS, todo ello en memoria de Ivan Istochnikov, aquel pionero de la exploración espacial soviética que jamás fue real. Con la caída del Imperio Soviético llegaron las desclasificaciones de viejas historias que habían sido silenciadas con el fin de no perjudicar el prestigio de la nación. Entre aquellos papeles apareció la historia de un cosmonauta que habría muerto en el espacio, abandonado en órbita terrestre. Tal cuestión tiene tanta miga que podría dar como para realizar varias películas, novelas, documentales y, claro está, para convertir al desdichado Ivan en héroe ruso y abrir un museo en su honor. Mucha gente se tragó el bulo, magistralmente orquestado por Joan Fontcuberta, quien prestó su propia cara para dar vida a los magníficos montajes fotográficos en los que aparece el supuesto cosmonauta vestido con traje espacial. La exposición creada para mostrar este material, originado para enseñar el poder de los medios digitales en la manipulación de la realidad, recorrió medio mundo y, siempre, se avisó que todo era ficción. A pesar de ello, quien quiso creer, se lo tragó y, sin leer las advertencias escritar severamente en rojo, pasó a afirmar que tal bulo era real, gritando a los cuatro vientos a través de tinta impresa o programas de televisión. Ciertamente, un experimento muy interesante.
El siguiente caso es de esos que a uno le gustaría que fueran reales, no tanto por la historia en sí, bastante oscura, como por lo emocionante del asunto. Claro, también es un bulo, pero muy bien montado, con detalles minuciosos y ramificaciones igualmente sorprendentes. La historia comienza entre el año 2000 y el 2001, cuando en foros de Internet apareció escribiendo un tal John Titor, crononauta, viajero del tiempo que visitaba nuestra época desde un futuro no muy lejano. No entraré en detalles porque la historia ha sido transcrita, modificada, alimentada y comentada en cientos de sitios, no hay más que buscar “John Titor” con cualquier buscador y veremos, asombrados, la gran cantidad de páginas que aparecen, todas ellas referidas al citado y supuesto crononauta. Lo bueno del caso está en las ramificaciones. Este bulo tiene de todo, desde fotografías de la máquina del tiempo a “fotocopias” de documentos del futuro, más crononautas que aparecen en años posteriores, policías del tiempo, personajes que afirman ser autores del bulo y otros crononautas que lo niegan. Una maravilla porque, con toda seguridad, la persona o personas que crearon la historia no fueron autores del resto del material. Es una criatura viva, una historia que se alimenta de la imaginación de otros creadores de bulos y acaba por llegar a extremos insospechados. A este paso se convertirá en película de éxito, tiempo al tiempo y, posiblemente, coloquen en los títulos de crédito la tan desacreditada frasecita de “basado en hechos reales”. Sencillamente genial.
El último caso está ahora mismo en desarrollo. Puede que termine por olvidarse, o que sirva para promocionar alguna película de forma “viral”, como algunos comentan.
Este caso es, como los anteriores, muy atractivo. Un supuesto astronauta, ahora refugiado en Ruanda -vaya lugar para escapar, eso sí que es imaginación- sube a YouTube una serie de vídeos sobre una presunta nave espacial extraterrestre localizada en la Luna. La historia tiene de todo, detalles sobre las cámaras que han tenido que trabajarse mucho, enlaces a archivos fotográficos oficiales de la exploración lunar, narraciones sobre las misiones Apolo XVIII, XIX y XX que, según el bulo, existieron de forma secreta. También se citan ciudades en nuestro satélite, la presencia de soviéticos invitados a bordo del Apolo XX… ¡Genial! Claro, la cosa se ve de lejos que no tiene ni pies ni cabeza. ¿No se va a dar cuenta nadie del lanzamiento de tres Saturno V “secretos” desde la Base de Vandenberg? Yo hubiera buscado un lugar más alejado del mundo civilizado, puestos a imaginar por lo menos no cometer ese tipo de errores. Pero la cosa tiene gracia, sobre todo porque el vídeo del sobrevuelo de la nave alienígena incrustada en un cráter lunar desde hace más de 1500 millones de años, con los detalles de la escala numerada en la ventanilla de vuelo y el interior del Apolo XX, son magistrales. Los demás vídeos han empeorado la cosa, porque no son tan buenos y se nota demasiado que son un montaje, pero el primero es muy sugerente.
Sólo queda esperar al siguiente bulo o engaño… ¿qué cadena de televisión, noticiero o radio será la próxima que caiga en la trampa?
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