La Papa (o papisa)
Mito hurbano o realidad?
En el año 853, a la muerte de León IV, el cónclave eligió por unanimidad al inglés Juan Anglicus como sucesor, consagrándole a la cabeza de la Iglesia con el título de Juan VIII.
Aquel extraño Papa ejerció el pontificado con gran sabiduría y mayor disimulo, hasta que cometió el fatal error de elegir un amante entre la corte con el que se veía demasiado a menudo.
Una mañana, mientras viajaba desde San Pedro al Laterano, el Papa Juan VIII tuvo que detener su caballo y, ante la sorpresa de todos los presentes, dio a luz a un hermoso bebé. "Dio a luz un niño, en medio de una confusión horrible y de las amenazas del clero" - dicen las crónicas.
Ésta es la historia - que la Iglesia ha llegado a reconocer en algún momento- de la única mujer que ocupó alguna vez el Vaticano, la Papisa Juana.
Después del sorpresivo parto pontificio, a Juana (ex John) la apartaron de la Iglesia. La Curia, indignada ante semejante burla, decidió instaurar entonces "la prueba de la silla horadada", consistente en comprobar la virilidad del nuevo Papa, antes de ser consagrado, gracias a una silla dispuesta al efecto. Una vez sentado, con las piernas bien separadas y bien abiertos los hábitos, los bajos del Papa eran concienzudamente revisados por sendos diáconos, encargados de dar el visto bueno al mondongo papal. Solo una vez que se habían asegurado con la vista y el tacto, los diáconos podían gritar la pertinente frase: "Ya tenemos Papa".
Y el Pontífice era nombrado con dos cojones y un palito, y nunca mejor dicho.
Aquel extraño Papa ejerció el pontificado con gran sabiduría y mayor disimulo, hasta que cometió el fatal error de elegir un amante entre la corte con el que se veía demasiado a menudo.
Una mañana, mientras viajaba desde San Pedro al Laterano, el Papa Juan VIII tuvo que detener su caballo y, ante la sorpresa de todos los presentes, dio a luz a un hermoso bebé. "Dio a luz un niño, en medio de una confusión horrible y de las amenazas del clero" - dicen las crónicas.
Ésta es la historia - que la Iglesia ha llegado a reconocer en algún momento- de la única mujer que ocupó alguna vez el Vaticano, la Papisa Juana.
Después del sorpresivo parto pontificio, a Juana (ex John) la apartaron de la Iglesia. La Curia, indignada ante semejante burla, decidió instaurar entonces "la prueba de la silla horadada", consistente en comprobar la virilidad del nuevo Papa, antes de ser consagrado, gracias a una silla dispuesta al efecto. Una vez sentado, con las piernas bien separadas y bien abiertos los hábitos, los bajos del Papa eran concienzudamente revisados por sendos diáconos, encargados de dar el visto bueno al mondongo papal. Solo una vez que se habían asegurado con la vista y el tacto, los diáconos podían gritar la pertinente frase: "Ya tenemos Papa".
Y el Pontífice era nombrado con dos cojones y un palito, y nunca mejor dicho.
Vía: fogonazos
1 Comentan este post:
Hola! No hablo espanol, pero comprendo en poco.... :-))
Sorry for my misstakes! :-)
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